Álvaro Burdiel ha firmado una actuación plena de inspiración en Las Ventas. Ha toreado con temple y cadencia, especialmente, en su primer novillo, en el que el presidente le ha birlado una oreja. Sin embargo, sí se la dio a Víctor Hernández por una faena mucho más convencional. Aarón Rodríguez dejó tan patentes sus ganas y buen concepto como su falta de oficio en medio de otro baile de corrales en la primera plaza del mundo.
Abrió plaza el novillo de Julio de la Puerta. Víctor Hernández empezó su faena con cambiados por la espalda y prosiguió con series bien ligadas de derechazos. Se le vio sobrado. ¿Cuándo va a tomar la alternativa? Sin embargo, la faena no tuvo ese sentimiento que sí tuvo la de Burdiel. Cortó una oreja autobusera.
No pudo descerrajar la Puerta Grande con un novillo serio de Carriquiri, muy en Núñez, tanto por hechuras, como por su abanto juego. Ciertamente, la novillada subió mucho en presentación, pero bajó mucho en comportamiento en la segunda mitad con los tres de Carriquiri.

Álvaro Burdiel firmó dos grandes recibos capoteros a la verónica en sus dos novillos. En el primero, interpretó la chicuelina en el quite y colocó al de Fernay al caballo a una mano con facilidad. El inicio de faena fue toreo caro: hubo dos trincherillas y dos pases de la firma sensacionales. Con muchísimo temple toreó al natural en varias series despaciosas, sin que el novillo le tocase las telas. Y qué bien aguantó en los pases de pecho, llevándolo hasta el final. El epílogo por bajo, rodilla en tierra, llevando al novillo desde los medios hasta el tercio para darle muerte, fue excelso. ¡Qué torero, Burdiel! El presidente parece que no se enteró y no le concedió la oreja, pero esperamos que Simón Casas y Rafael García Garrido sí lo hayan hecho y lo pongan en la novillada de octubre junto a Alejandro Peñaranda y un tercero (que bien podría ser Mario Navas).

Mostró de nuevo que estaba inspirado con otro templadísimo quite por delantales al novillo de Aarón. La media fue superior.
Y la pena fue que el sexto (menos en Núñez este) no tuvo nada de fuerza, porque de lo contrario Burdiel habría redondeado su gran tarde. Aún así, Álvaro le dio un trato exquisito, sin toques, sin brusquedad. Todo muy suave. Esta vez se le atragantó la espada, aunque no tanto como a Aarón Rodríguez.
Aarón no estaba preparado para venir a Madrid. Se ve que trata de hacer un toreo de calidad, rematando atrás, pero está muy poco toreado. Así se vio en los inicios de faena, en los que hubo muchos tirones y estuvo acelerado.
El de Fernay, le cogió muy feamente por esa falta de técnica. Rodríguez toreó abandonado, con los hombros caídos, pero todo con la derecha en ambas faenas. Al natural se le vio indefenso.
Con el de «toro» (que es lo que parecía) de Carriquiri empezó la faena «a lo Talavante», es decir, en redondo genuflexo y el último pase mirando al tendido. Pero Talavante nos dejó boquiabiertos en su día y el resto no son más que meras imitaciones. También recordó a Alejandro en un pase de pecho también mirando al tendido. Parece que es su espejo. De nuevo, faena derechista (ni una serie completa con la izquierda), pero encajada. Como decía, las formas son muy buenas, pero el compromiso de Las Ventas le venía grande. No puede venir un novillero que aún no sabe matar. A su primero lo mató porque se tiró encima, ya que no hizo la cruz, y a este de Carriquiri lo pinchó en numerosas ocasiones con el agravante de que en todos los intentos tanto la espada como la muleta salían despedidas. Escuchó dos avisos.

Plaza de toros de Las Ventas (5639 espectadores). Novillos de Julio de la Puerta (primero), Fernay (segundo y tercero) y Carriquiri (cuarto, quinto y sexto). Con hechuras de toro el cuarto y quinto, pero mansos. Sin fuerza el último. Los mejores, primero y segundo (muy justito de presentación este).
– Víctor Hernández (de lila y oro): oreja tras aviso y palmas.
– Aarón Rodríguez (de verde hoja y oro): vuelta tras aviso y silencio tras dos avisos.
– Álvaro Burdiel (de azul noche y oro): vuelta al ruedo tras aviso y petición y silencio tras aviso.

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