Si se van a la reseña y ven que Castella y Talavante salieron a hombros (y a Ventura solo se lo impidió el rejón de muerte), pensarán que ha sido una corrida triunfal, pero no es así. La corrida remontó en los dos últimos toros (al menos, en los de a pie, que son los que más me interesan), pero no se terminaron de cuajar. Castella empezó bien, pero no se acopló después y estuvo pesado, mientras que Talavante dio algún pase extraordinario intercalado con otros muy vulgares. Sí, Talavante está mejor que hace un año, pero no está al nivel de antes de la retirada y mucho dudo que lo vuelva a estar.

Abrió plaza un zambombo de Guiomar Cortés de Moura para rejones. Diego Ventura brilló en el rejoneo a dos pistas y en un gran par al quiebro sobre “Lío” antes de poner las cortas. Marró con el rejón de muerte.

El cuarto también fue un toro con mucha caja. Fue muy exigente e hizo a Ventura pasar un mal rato, ya que le golpeó varias veces tanto a Velázquez como a Guadiana, sin consecuencias por el afeitado. Diego pinchó ocho veces antes de degollar. Fruto de esa desesperación le vino a decir a un espectador de un sector del que llevaba toda la tarde pendiente algo así como “¿qué hago?”, aunque tras el arrastre del toro quiso arreglarlo.

Sebastián Castella estuvo pesadísimo con su primero, un toro con trapío, pero muy bajito, de ahí que pesase casi doscientos kilos menos que el de rejones. El de Conde de Mayalde cantó su mansedumbre desde que salió, siempre buscando la salida. La faena de Castella fue intrascendente, con muchos pases, pero ninguno para el recuerdo. Volvió a ser el de antes de la retirada.

También se pasó de faena en el quinto. “Chorlito” venía de la reata más común de la ganadería de Rafael Finat. El del Conde mostró prontitud y mucha clase, pero su pitón bueno era el derecho. Castella empezó muy bien con un inicio por estatuarios, cambiado por la espalda, trincherilla, pase del desdén y pase de la firma y una gran serie de derechazos después. Sin embargo, decidió coger la mano izquierda en dos series al natural en las que la faena bajó de nivel. Cuando volvió a la derecha, el toro ya estaba más apagado, pero se empeñó en exprimirlo al máximo con su habitual arrimón. La estocada, eso sí, hasta la bola y haciendo bien la suerte.

Alejandro Talavante cortó una orejita de nulo valor al tercero, otro toro con pocos kilos de Mayalde. Se quedó atornillado en un inicio de faena con pases por alto que fue lo más meritorio de una faena que nunca rompió hacia delante.
Fue mucho mejor su faena al sexto, aunque también es cierto que tenía un toro mucho mejor en esta ocasión. El mejor de la tarde. De nuevo, lo mejor fue el prólogo y el epílogo, ambos genuflexo y en redondo. Durante la faena también hubo otros pases de nota, pero en la misma serie había otros en los que vaciaba hacia fuera, se inclinaba hacia delante o daba pases de pecho sin nada de gracia. Especialmente destacable es lo de inclinarse para pasarse el toro lejos, y es que faltó mucho ajuste, como se vio en un cambio de mano por delante al ralentí, pero haciendo la alcayata como si fuese Juan Leal. Hubo mucho temple, pero no ceñimiento. Tras un pinchazo, cayó la oreja que le descerrajaba la Puerta Grande, por la que salió junto a Castella.

Plaza de toros de Colmenar Viejo (media plaza): toros de Guiomar Cortés de Moura para rejones (nobilísimo el primero y exigente el cuarto, aplaudido en el arrastre), con muchos kilos, y de Conde de Mayalde para la lidia a pie (enclasados cuarto y quinto, aplaudidos ambos en el arrastre).
- Diego Ventura: silencio y ovación.
- Sebastián Castella (de azul marino y oro): silencio y dos orejas.
- Alejandro Talavante (de grana y oro): oreja y oreja.
*Se desmonteró José Chacón tras banderillear al quinto.


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