MANZANARES VUELVE A SER EL QUE ERA EN UNA TARDE TRIUNFAL Y TRIUNFALISTA

Terminó la feria de Valladolid (gran feria) con una desmesurada Puerta Grande para los tres toreros, por la que, para colmo, también salieron el ganadero y el mayoral de Victoriano del Río, que echaron una buena corrida, pero sin ningún toro de bandera y muy pobre de presentación, además.


Abrió plaza un toro con hechuras murubeñas (sospechoso de pitones también) con el que vimos la mejor versión de Castella. Esta versión más natural y templada del galo. Realizó el quite combinando chicuelinas y tafalleras.
Ligó las series con la muleta en un palmo de terreno, sin rectificar su posición: solo girando sobre los talones y sin caer en el vicio de retrasar la pierna en el que muchos caen cuando «se suben a la noria» (no vacían el muletazo). Entre ellos, el que se supone que es la máxima figura del momento. Como es costumbre en Sebastián, fue acortando distancias poco a poco y, tras la estocada, la oreja se antojaba de ley. Sin embargo, el presidente otorgó dos y ya puso bajísimo el listón.


De nuevo, anduvo con reposo con el cuarto. Empezó por estatuarios a los que siguió una bonita trincherilla, pero después de la que monumental que pegó ayer Juan Ortega, todo sabe a poco. Quizás, ese recuerdo de la perfección alcanzada ayer me hace ver que esta tarde ha sido más triunfalista que triunfal.
Castella ligó las series de derechazos. Al natural no tuvo la misma continuidad y se quedaba más fuera de sitio. En Madrid eso equivale a pitos, pero aquí no.
También dejó una serie de naturales realizando la chivana.
De nuevo, la faena tuvo la misma estructura. Acortó distancias hasta llegar a un desplante tirando la muleta al suelo. Con la espada perdió la oreja al dar un bajonazo (o las orejas, tal y como estaba la tarde).


José María Manzanares se reencontró con el Manzanares del pasado. O, al menos, se acercó. Seguramente, este obligado parón por su lesión de espalda le ha sentado muy bien. Ahora se le ve más tranquilo delante de la cara del toro, andando siempre en torero. Al anovillado segundo lo toreó muy despacito. En especial, hubo un derechazo ya en la primera serie que fue al ralentí. Por supuesto, todo estuvo impregnado de su característico empaque y, además, cargó muy bien la suerte, acompañando cada muletazo desde el principio hasta el final. La ligazón fue otra de las máximas de la faena, en la que tampoco faltaron los pases de pecho curvos, a la hombrera contraria. No necesitó ni cuadrar al toro para darle un estocadón recibiendo de efecto fulminante. En esto también ha vuelto a ser el que era.

Al quinto le hizo otra elegante faena por ambos pitones. Sin duda, el gran pase de la faena fue un cambio de mano muy largo, en redondo, para irse directo a por la espada. Qué bueno fue. Con otro puñetazo arriba mató a «Aldeano». Otra gran estocada, que casi ni precisó de la ayuda de la cuadrilla. Cortó dos orejas excesivas, como todas.

Tomás Rufo realizó un vibrante inicio de faena de rodillas al tercero de la tarde, un victoriano con movilidad desordenada. Embistió con codicia en los primeros compases de faena, pero se fue viniendo algo abajo, al igual que la faena del toledano. No obstante, Tomás consiguió que de nuevo acabase en todo lo alto con una última gran serie de derechazos muy ligados. Cortó dos orejas muy exageradas.


El sexto fue un salinero basto. No tenía hechuras y fue muy parado. Rufo, al que le valen casi todos los toros, consiguió hacerle faena. Al igual que Castella, también terminó con un desplante arrojando la muleta. Falló con la espada y no pudo volver a tocar pelo en esta tarde tan gruesa en lo númerico, pero como lo que importan son las sensaciones, les diré que cuando se bordó el toreo fue ayer, aunque hemos visto una muy buena versión de Castella y Manzanares.



Plaza de toros de Valladolid (media plaza). Toros de Victoriano del Río, mal presentados, pero de buen juego.

Sebastián Castella (de fucsia y oro): dos orejas y ovación tras aviso.
José María Manzanares (de gris plomo y oro): dos orejas y dos orejas.
Tomás Rufo (de gris perla y oro): dos orejas y ovación.

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