PUERTA GRANDE PARA VÍCTOR HERNÁNDEZ, CAPACIDAD DE DIOSLEGUARDE Y DETALLES DE RUBÉN SANZ EN LA ÚLTIMA CORRIDA DE LA PRIMERA FASE DE LA COPA CHENEL

Víctor Hernández salió de forma generosa por la Puerta Grande de Torres de la Alameda tras cortar una oreja a cada uno de sus toros, de muy distinto peso. La primera de ellas fue autobusera, al igual que la cortada por Rubén Sanz. Ambos llevaron muchos seguidores a la plaza. Partió por tanto en desventaja Diosleguarde, que estuvo muy firme, pero los repetidos fallos con los aceros le pusieron el pase de ronda en bandeja a Víctor Hernández.

Víctor Hernández lidió en primer lugar un toro bajo de Guadajira con los pitones hacia delante, como asustan más a los toreros. Más aún le asustaría su forma de embestir a topetazos, pero el torero de Santos de la Humosa mostró un gran valor. El toro escarbaba y era muy tardo, pero cuando se arrancaba lo hacía con todo. Víctor se la jugó en el quite por tafalleras y en el inicio de faena por estatuarios, en los que no rectificó nada la posición. De hecho, en uno de los estatuarios el toro le puso una zancadilla, por lo que el prólogo de la faena tuvo que ser en dos partes. Poco pudo hacer en el toreo fundamental con este toro, pero un final en las cercanías, con desplante incluido, tirando la muleta, calentó al público, que tras una estocada caída al primer intento le premió con una oreja de paisanaje, y es que el pueblo de Hernández está bastante cerca de Torres de la Alameda. No me quiero olvidar tampoco del buen tercio de banderillas de Marcos Prieto.

Fue de mayor importancia la faena al serio sexto de Lora Sangrán, al que sí pudo ligar varias series, destacando los naturales con la pierna siempre adelantada y trazando una línea curva para llevar al toro detrás de la cadera. Terminó por bernadinas muy ceñidas. Esta oreja sí la mereció.

A otro toro de Lora Sangrán, el abreplaza, le hizo una faena muy personal Rubén Sanz, mejor que en la que cortó la oreja. El toro apuntaba tener poco recorrido en el primer tercio, pero se vino arriba y mostró mayor fondo del que se atisbaba. Fue un toro que sirvió y al que Rubén Sanz realizó una faena desigual, con enganchones, pases poco ajustados y otros de nota. Ya en la primera serie dejó un pase muy vertical y pleno de naturalidad. Otro más en la siguiente serie, mirando al tendido (el de la imagen).

El soriano transmite pasión, se nota que siente esos pases, pero es más lo que quiere hacer que lo que realmente hace, ya que apenas ha toreado en su larga carrera y no anda sobrado de valor. Sin embargo, puesto que tiene un gran concepto del toreo, dejó algún natural encajado de riñones de calidad en medio de otros enganchados. Espetó un “vamos a matar bien los toros” antes de pincharlo en dos ocasiones y haciendo la suerte muy rápido. Perdió la posible oreja.

Sí la cortó al cuarto, de Guadajira, aunque en esta ocasión lo vi peor que en el primero. Le costaba más atornillarse en la arena. Tiene esos aires de torero artista de hace años que deja grandes detalles, pero es medroso y, por eso, va a ser difícil que haga una faena redonda, sin imperfecciones. Faltó acople con el toro. La oreja fue muy generosa.

Manuel Diosleguarde saludó por verónicas con garbo, muy profundas, al tercero de la tarde de Concha y Sierra. De nuevo destacó con el capote en el ceñido quite por chicuelinas.

El toro apuntaba poca fuerza, pero, sorprendentemente, el salmantino lo fue a brindar al público cuando uno de los banderilleros lo citó, el toro remató entre burladero y burladero de esta peculiar plaza (sin callejón y con muchos burladeros, tal vez pensada para capeas o recortes) y se mató. Aunque ya había pasado el tercio de banderillas, Diosleguarde aún no había empezado su faena de muleta, por lo que hizo bien el presidente en echar el sobrero de Concha y Sierra, que no dio ninguna opción a Diosleguarde, más que para un arrimón final para justificarse.

El quinto fue un colorado, bizco y atacado de kilos de Lora Sangrán. Quizás, por su excesivo peso salió parado desde el principio. Juan Carlos Rey hizo lo mejor de la tarde con un soberbio par de banderillas por los adentros. El de Guadajira fue un animal complejo al que Diosleguarde le pudo a base de trallazos. Hubo mucha brusquedad en los toques, pero sacó faena a un toro al que no se la veíamos. Estuvo firme y, al final, pudo robarle una serie de naturales de uno en uno, muy abandonado, con desmayo. Ofreció una buena versión, menos con los aceros (recordemos que entrando a matar fue su fatal cornada en Cuéllar hace año y medio). Merece confirmar la alternativa en Madrid.

Plaza de toros de Torres de la Alameda (más de media plaza). Última corrida de la primera fase de la Copa Chenel con toros de Lora Sangrán (sirvieron primero y sexto, parado el acochinado quinto), Concha y Sierra (tercero y tercero bis, sin fuerzas y descastados) y Guadajira (muy tardo y sin clase en el tercero; potable el cuarto).

  • Rubén Sanz (de nazareno y oro): ovación y oreja.
  • Manuel Diosleguarde (de verde hoja y oro): silencio tras aviso y ovación tras dos avisos.
  • Víctor Hernández (de Chenel y oro): oreja tras aviso y oreja.

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