«BASTONITO», UN TORO DE PUERTA GRANDE NO APROVECHADO POR DE MANUEL

Se esperaba con muchas ganas el regreso de la ganadería madrileña de Baltasar Iban a la plaza de Las Ventas. Su última comparecencia había sido prepandemia, en el lejano 2019 y con aquella horrible cornada a Román.
Lo cierto es que el regreso no fue el esperado, pues la corrida fue parada y descastada en líneas generales, pero hubo un gran quinto toro que salvó la honra de la ganadería. Venía de buena reata: «Bastonito«, como aquel de César Rincón.

Este era un negro salpicado que mostró su bravura en las dos varas que tomó, arrancándose de largo con prontitud y empujando en el peto. Luis Alberto Parrón lo cogió trasero en el primer encuentro y mucho mejor en el segundo. Francisco de Manuel pidió el cambio de tercio privándonos de un tercer puyazo, ganándose una buena bronca que se extendió (y con razón) incluso cuando el diestro brindó al público tras el desastre de tercio de banderillas, especialmente, por parte de Sánchez Araujo, a pesar de la buena lidia de Juan Carlos Rey. Francisco quiso cambiar el ánimo del respetable y se puso de rodillas en los medios para empezar a torear en redondo. Ligó bien las series con la diestra dándole sitio (aunque bastante por debajo de la calidad del toro) con el iban haciendo el avión. Era difícil estar a la altura de este gran toro y De Manuel, efectivamente, no lo estuvo, más que en la primera serie al natural, en la que dejó dos o tres templadísimos. Sin embargo, en la siguiente serie con la izquierda el toro comenzó a protestar algo más y la faena comenzó a bajar en intensidad. Intensidad que descendió definitivamente al volver con la mano derecha antes de un bonito final por ayudados por bajo. La estocada le cayó perpendicular y se demoró tanto que escuchó dos avisos. Se pidió la vuelta al ruedo para el toro, que se me habría antojado un tanto excesiva en Madrid por venirse a menos, aunque fuese algo lógico después de tantos pases, mientras que Francisco de Manuel saludó una ovación por su cuenta, mientras que desde el 7 se le pitaba. División de opiniones, por lo tanto. No obstante, lo que debería tener era las dos orejas en la mano… si lo hubiese aprovechado y lo hubiese matado. Era un toro para darle tres varas (y, así, lucir al toro y ponerte al público a favor y no a la contra) y veinticinco pases bien dados por ambos pitones. A Madrid eso le sirve para desorejar a un toro, pero, claro, hay que ser muy buen torero.

Poco pudo hacer con su primero (incomprensible aplaudido por alguno en el arrastre), más que un torero inicio genuflexo. También hay que agradecerle que no ahogue a los toros.


Abrió plaza un colorado bonito, que también venía de una reata contrastada en la casa. Pronto mostró su brusquedad, soltando la cara. El Calita estuvo tan firme como frío.

Tampoco dijo nada con el cuarto, con el que se puso pesado, ya que costaba un mundo hacer embestir al animal, muy agarrado al piso.


El tercero también ofreció una digna pelea en varas, aunque no fue comparable a la del quinto. A este le costó mucho más arrancarse e hizo algún gesto de mansedumbre durante la lidia. Álvaro Alarcón dejó un pase bueno en cada serie, por ejemplo, en una de derechazos, logró uno con desmayo, mas la faena fue irregular.
Con el sexto, un toro justito de presencia que se llamaba igual que el que propinó aquel cornalón a Román, estuvo correcto, pero la faena nunca tomó vuelo.



Plaza de toros de Las Ventas (15111 espectadores): toros de Baltasar Iban, desiguales de presentación y muy parados, a excepción del gran quinto, «Bastonito«, que tomó (solo) dos varas en las que ofreció un gran espectáculo e hizo el avión en la muleta. Fue ovacionado tras fuerte petición de vuelta al ruedo.

El Calita (de espuma de mar y oro): silencio tras aviso y silencio.
Francisco de Manuel (de buganvilla y oro): silencio tras aviso y división de opiniones tras dos avisos.
Álvaro Alarcón (de blanco y plata): silencio en su lote.

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