Hasta tres horas menos cuarto se prolongó el festejo de hoy en Las Ventas. Tres horas menos cuarto de aburrimiento en la que poco pasó en cuanto a toreo, ni en cuanto a casta o bravura de los novillos. Sí que hubo un par de anécdotas en los novillos del Niño de las Monjas.
El primero de su lote se le fue a corrales tras sonar los tres avisos por esa manía de alargar tantísimo las faenas. Debería servirles para aprender, aunque no parece que esto vaya a suceder, viendo el largometraje de la posterior faena de Rafael Reyes.
Además, fue un trasteo intrascendente, en el que solo cabe resaltar la portagayola que realizó y la posterior larga cambiada en el tercio. Después, nada. Como no anduvo nada acertado con el descabello escuchó los tres avisos de la deshonra, mas el toro ya estaba moribundo y cayó en los toriles. Como el tiro de mulillas no cabía, tuvieron que sacar los areneros y monosabios al toro hasta la boca de toriles para que los arrastrasen ya las mulas, lo que demoró el festejo.

También se iba a ir a portagayola Jordi Pérez, «El Niño de las Monjas» a recibir al quinto, pero tardó tanto en tomar la decisión de irse a chiqueros que ya estaban abriendo la puerta, por lo que el animal sorprendió al valenciano a media salida. Afortunadamente, aún estaba cerca de las tablas, por lo que volvió presto al burladero. Luego sí, salió y saludó al novillo con varias largas cambiadas. Arrebatado. No obstante, volvió a quedar claro que es un torero bullidor, pueblerino. Con la muleta su estética es nula y torea con el pico. Saludó una ovación de paisanaje, por lo que recibió protestas de otro sector más habitual en la plaza. División de opiniones.

Otro que estuvo muy pesado fue Rafael Reyes. Se las vio en primer lugar con un imponente novillo con apariencia de toro. Lucía dos velas, aunque solo pesaba 463 kilos. El novillero no apostó con él, aunque no era fácil estar delante por su trapío.
Reyes estuvo más asentado con el cuarto, pero aburrió a todos. Pasó por Madrid sin decir nada.
Uceda Vargas fue el que mostró más clase, más estética toreando, si bien estuvo despegado. Por lo menos tuvo más sentido de la medida que sus compañeros. Pegó un par de buenas verónicas, templadas, pero las remató tan atrás que acortó el viaje de un novillo que ya tenía poco recorrido.
Se volvió a justificar en el sexto con mucha gente ya fuera de la plaza, incluso desde el cuarto novillo, cuando ya llevábamos dos horas de festejo en aquel momento. No se recordará nada de este última faena, pero Marcos Prieto saludó tras poner dos pares notables de banderillas.
Por último, hay que decir que la novillada fue picada horriblemente, lo que pudo influir en el comportamiento de los animales. No obstante, estos fueron muy parados y sin clase ni casta.
Plaza de toros de Las Ventas (5923 espectadores). Novillos de Paloma Sánchez Rico, desiguales de presentación, sobresaliendo primero y último; de nulo juego. Muy mal picados.
– Rafael Reyes (de azul pavo y oro): silencio tras aviso en ambos.
– El Niño de las Monjas (de blanco y plata): pitos tras tres avisos y ovación con protestas.
– Uceda Vargas (de tabaco y oro): ovación con algunas protestas y silencio.

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