Isaac Fonseca salió a hombros de Majadahonda tras torear muy despacio a un adolfo de embestida mexicana, aunque rajado. El lote de Morenito fue áspero, así como el segundo de Ferrera. No hubo alimañas, pero fueron toros complicados.

Antonio Ferrera recibió con su capote verde y lacio al primer adolfo de la tarde. Fue un cárdeno que estaba muy en el tipo no solo del encaste o de la ganadería, sino de la reata: «Aviador», nombre insigne en la ganadería de Adolfo Martín. El toro tuvo clase, aunque era pegajoso por lo andarín que fue.
Tomó dos puyazos antes de que Ángel Otero pusiese dos pares clavando en la cara. Ferrera realizó un trasteo que no llegó a tomar vuelo y en el que faltó naturalidad y verticalidad. No obstante, hubo buenos pases de pecho, pero mató de un pinchazo hondo abajo.

El cuarto fue francamente difícil. Como prueba de ello las dos veces que casi arrolla a Ángel Otero, al que se vio incapaz en la brega. Ferrera, haciendo de las suyas, se terminó encargando de la lidia en el tercio de banderillas. No pudo hacer nada con él con la muleta y abrevió. Le faltó machetearlo.

También fue complejo el lote de Morenito de Aranda. El primero se lo puso difícil y Jesús no cruzó la raya. Se puso al natural, pero de perfil y con la ayuda. Y sacándose el toro hacía fuera. Con muchas precauciones.

El quinto fue un toro muy serio con el que hizo un esfuerzo algo mayor. Le pudo, pero se pasó de faena, dando una serie de más en vez de ir a por la tizona cuando el trasteo alcanzó sus cotas más altas. Dio un mitin con la espada, pero estuvo en ambos toros muy certero con el descabello.

El tercero de la tarde fue un toro acarnerado, mucho más feo de perfil que de frente, pero perfectamente válido para Majadahonda. Podemos decir que la corrida fue desigual de presentación, pero muy por encima de lo que es esta plaza (que no deja de ser una portátil).

Salió barbeando las tablas (el metal, en este caso) y Fonseca tuvo que ir a buscarlo. Isaac estuvo muy dispuesto, como acostumbra, aunque con los adolfos no hubiese gestos de cara a la galería, tales como sus habituales cambiados por la espalda.

Lo bueno llegó con el sexto, «Chaparrito», otro toro de plaza importante y con nombre ilustre. Tuvo la mala suerte de que cayó una de las banderillas justamente en el hueco del puyazo (esto pasa por picar siempre trasero) y lo pudo acusar durante su lidia. Rápidamente mostró su querencia, rajándose levemente (cada vez más). Sin embargo, tuvo mucha clase y embistió al ralentí, como si fuese un toro de la tierra de Isaac Fonseca. Con el pitón izquierdo casi hacía el avión y Fonseca lo llevó largo y muy templado. Hubo gran acople, aunque le faltó seguir más aún con esa mano izquierda. La estocada rinconera esta vez no tuvo efecto inmediato y el toro dio la vuelta al platillo hasta caer, ya que Isaac no quiso jugársela a utilizar el descabello (no era fácil con el toro así descabellar). Cayeron dos generosas orejas (la primera era de ley). Bien el mexicano con el mejor toro.

Plaza de toros de Majadahonda (casi lleno). Toros de Adolfo Martín, muy bien presentados y complicados. Destacó la clase del sexto, pero manseó.
– Antonio Ferrera (de grana y oro): silencio en ambos.
– Morenito de Aranda (de grosella y oro): palmas y silencio tras aviso.
– Isaac Fonseca (de obispo y oro): silencio tras aviso y dos orejas.


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