PUERTA GRANDE PARA DAMIÁN CASTAÑO EN VILLASECA 

Villaseca de La Sagra celebró por tercer año consecutivo la Corrida Benéfica; este año con un desafío que en principio debió haber sido de seis ganaderías distintas, pero finalmente entró un segundo toro de Alcurrucén, que sustituyó al de Conde de Mayalde. Damián Castaño se llevó el mejor lote y logró una Puerta Grande algo barata. Mucho más barato fue el pañuelo azul al toro de Pallarés. 

Abrió plaza un toro de Alcurrucén justo de presencia para lo que suele salir en Villaseca y astillado de pitones. Como es propio del encaste, salió algo abanto. Fernando Robleño lo toreó por momentos con relajo y mucha naturalidad. El toro de Alcurrucén estaba justito de fuerza y Robleño lo cuidó, mejorando al animal. Sin embargo, este torero tiene un problema evidente con la espada. ¡Cuánto le cuesta matar! 

El cuarto fue un toro astifino de Rehuelga que tuvo muy poca transmisión. Robleño hizo un esfuerzo y logró una estimable serie al natural, pero se volvió a atascar en la suerte suprema. 

El segundo de la tarde también fue de Alcurrucén. Fue un toro ensillado y de mayor presencia que el primero. Damián Castaño lo saludó a la verónica rematando con una media. El toro de los Lozano embistió con mayor viveza que su hermano y Damián, siempre generoso en la suerte de varas, lo puso largo al caballo en los dos puyazos a los que el astado se arrancó con prontitud. Fue un toro enclasado y encastado, que no se lo puso fácil a Damián. Para un día que lidia un toro de una ganadería comercial, este le pide los papeles. El pequeño de los Castaño se lo pasó a una distancia prudencial y no cuajó al toro hasta la última serie a pies juntos y de frente. Esta fue cumbre. Remató detrás todos los muletazos y mantuvo siempre la verticalidad. Este final de faena Damián lo borda, aunque hasta ese momento me quedó la sensación de que hubo más toro que torero. La oreja fue por ese epílogo y la buena estocada con la que lo remató, pero tardó en apostar al natural, que fue el mejor pitón del animal. 

Otra oreja le cortó al toro de Pallarés, que le hizo sudar, a pesar del frío. Fue un toro con menos cara que los anteriores, pero con más caja. Pronto cantó su movilidad, aunque a veces movilidad desordenada, pues fue un toro de vibrante embestida, pero poca clase, sin terminar de descolgar, de ahí que el pañuelo azul se me antojase muy excesivo y hasta sorprendente, aunque en esta plaza tienen mucha facilidad para sacar dicho pañuelo… casi más aún que para sacar el blanco, algo extraño. También es cierto que en esta placita embisten muchos toros, porque es muy pequeña y los animales se desgastan menos y porque las ganaderías que traen son siempre un lujo. Este año el Alfarero de Oro va a ser de órdago con ocho novilladas picadas y las ganaderías que han anunciado, tan del gusto del aficionado.  

Volviendo al toro de Pallarés y la faena de Damián, con la montera calada (recordando a Esplá), hay que decir que esa embestida codiciosa, pero ayuna de clase, habría desbordado a muchos toreros. No a Damián Castaño, que es un torero curtido en mil batallas. Sin embargo, aunque no desbordado, sí estuvo acelerado. De nuevo, lo mejor llegó al final de faena, sin alcanzar las cotas del anterior. Eso sí. Damián siempre echa la pierna adelante y trata de rematar detrás de la cadera, pero sus formas son bastante toscas.  

José Fernando Molina entró en el cartel porque la televisión (Castilla La Mancha TV) pedía que hubiese un torero de la Comunidad, tal y como contaba el alcalde Jesús Hijosa en Clarines y Timbales, de ahí que no aceptasen el ofrecimiento de Damián Castaño de matar la corrida en solitario. Damián parece Ferrera en esto de las encerronas, pues se encierra en la feria del 3 puyazos con la de Dolores Aguirre y también pidió los seis de Dolores en Bilbao (veremos si se los dan o no). 

Molina, que fue finalista de la Copa Chenel y sabe lo que es salir a hombros de Las Ventas como novillero, demostró el porqué de sus éxitos, a pesar de la poca materia prima que tuvo. Dio una imagen muy seria y de torero muy hecho con el precioso toro de Ana Romero, al que picaron en la paletilla y eso le pasó factura durante la lidia. Aquí se aprecia ese “navajazo” en la paletilla cuando después el toro se tomó la venganza y derribó al caballo, encelándose. Tras ello, perdió las manos, si bien no lo volvió a hacer en la muleta de José Fernando Molina, que pulseó las embestidas en muletazos largos y templados. 

El de Albacete ratificó la grata impresión que nos dio con el tren que fue el sexto toro, de El Montecillo. Fue un colorado larguísimo y alto, montado. Muy feo. No tenía hechuras de embestir y no embistió. Desde el cambio de propietarios esta ganadería ha pegado un evidente bajón.

Molina de nuevo mostró su toreo clásico con ambas manos, aunque sin emoción por la falta de oponente. La oreja premió el conjunto de su tarde. Hay que dar más oportunidades a este torero. 

Plaza de toros de Villaseca de La Sagra (más de media plaza): toros de Alcurrucén (1º, justo de fuerza y descastado y 2º, con clase y cierta casta, mejor por el pitón izquierdo), Ana Romero (con trapío; mal picado, condicionado por ello), Rehuelga (astifino; se limitó a pasar sin entregarse, con sosería), Pallarés (cuajado; encastado y codicioso, premiado con la vuelta al ruedo) y El Montecillo (un tren; desclasado, tiraba el derrote en el remate del muletazo). 

  • Fernando Robleño (de azul marino y oro): ovación tras aviso y ovación. 
  • Damián Castaño (de lila y oro): oreja en ambos. 
  • José Fernando Molina (ovación tras leve petición y oreja). 

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