En la tradicional goyesca del 2 de mayo, Álvaro Lorenzo rozó la Puerta Grande, que habría sido baratísima. Cortó una oreja, pudo cortar otra, pero no debió cortar ninguna.
Diego García ha ganado en poso y Espada siguió transitando la vía temeraria, en especial, en la suerte suprema. En cuanto a los toros, decepcionó en esta ocasión Baltasar Ibán. Estuvo por encima Algarra.

La divisa madrileña no cumplió con las expectativas porque estas eran muy altas, tras lidiar hace un año a «Bastonito», el mejor toro de la temporada. En esta ocasión hubo otro «Bastonito», al que le otorgamos el beneficio de la duda si se le hubiese dado más sitio y se lo hubiera lucido. Por cierto, le dieron mucho en el caballo. En cualquier caso, nada que ver con ese «Bastonito» del año pasado o aquel famoso que lidió César Rincón.
Este le tocó a Francisco José Espada, que hizo una faena firme, pero en la que, tal vez, habría venido bien citar desde más distancia al toro. Al de Fuenlabrada alguien debería decirle el famoso dicho (que es cierto) de que la mano que mata es la izquierda. Se perfilaba fuera de la suerte para luego entrar olvidándose de tocar abajo con la izquierda, por lo que el toro le lanzaba un derrote con mala idea en cada pasada del diestro. En el segundo pinchazo sufrió un topetazo con un corte en la barbilla y la espada salió volando a gran distancia, hasta el callejón, estando bien cerca de impactar en Isabel Díaz Ayuso, quien se llevaría un susto.
El otro toro del lote de Espada fue un precioso sardo de Algarra.

Sin embargo, este toro nunca debió saltar al ruedo. No puede salir al ruedo de la plaza más importante del mundo un toro con una cornada así.

El toro tenía muy buena condición, pero renqueaba de esa pata derecha al galopar a distancia.
Espada, con un apósito en el mentón, lo recibió con cuatro largas cambiadas de rodillas. Arrebatado. Tras desmontarse Iván García por clavar dos buenos pares de banderillas, Francisco José realizó un trasteo encajado, pero en el que no transmitió.
Epilogó por manoletinas de perfil, quedándose el toro debajo, ya apenas sin recorrido, pero con su absoluta nobleza le perdonó. Como le perdonó después tras volver a realizar la suerta suprema sin hacer un uso adecuado de la mano izquierda. Es paradójico, pero Espada tiene un problema con la espada que no es nuevo. Ya lo advertíamos aquí en una corrida en el San Isidro de 2018, precisamente, con una corrida de Baltasar Ibán.
Diego García confirmó la alternativa con un Ibán que fue un manso de libro. Se rajó enseguida y no mostró ninguna clase.

Estuvo muy digno con el cierraplaza, un toro hondo de Algarra que salió también herido, si bien en este caso la cornada era mucho menor (el colorado de Algarra, lidiado en tercer lugar, repartió leña en los corrales). A este toro castaño Diego García lo recibió con un templado e inspirado recibo capotero, en el que se le vio sonreír. Estaba a gusto y lo llevó galleando por chicuelinas al caballo. Para variar, el picador clavó trasero. Juan Carlos Rey estuvo imperial con los garapullos, saludando una merecida ovación.
El torero de San Sebastián de los Reyes mostró mejoría con respecto a su etapa novilleril, en la que tantas veces actuó en Las Ventas. Hasta el molinete le salió con gracia torera. Sin ser una actuación para tirar cohetes, me sorprendió para bien, pues nunca ha sido un torero que me haya transmitido nada.

Álvaro Lorenzo cortó una oreja de ningún peso al tercero, un colorado con mucha caja y bonita expresión de Luis Algarra (el toro que armó la que armó en los corrales).
Álvaro Lorenzo estuvo toda la tarde en su línea. Pulcro. Muy académico, pero carente de sentimiento. Es un torero muy frío hasta los finales de faena, aunque daba la sensación de que había mucho paisanaje en los tendidos. Solo así se explica esa oreja totalmente autobusera que cortó por unas bernadinas tras una estocada caída. Obviamente, se protestó la oreja que no se debió cortar estando en Madrid.

El festivo público goyesco le quiso sacar a hombros fuera como fuere. Por supuesto, Rafael García Garrido (el empresario, que metió a Álvaro Lorenzo en este cartel por la vía de la sustitución de Rafael de Julia) en el callejón también estaba deseando que la espada entrase cuando se perfiló Álvaro Lorenzo en el quinto, no sin escuchar previamente un aviso, como le pasó en el anterior (hay que medir las faenas). Y la espada entró, pero de nuevo caída. Dos estocadas muy similares. En esta ocasión, imaginamos que el pretexto para la petición de oreja sería el arrimón final quitando la muleta de la cara de «Camarito» para los desplantes, alardeando de valor. El presidente estuvo bien no dándola (tampoco debía haber dado la anterior) porque, además, la petición era más sonora que visual. Realmente, no había petición mayoritaria en cuanto a pañuelos se refiere.

Plaza de toros de Las Ventas (17131 espectadores). Toros de Baltasar Ibán (deslucidos) y Algarra (colaboradores; destacó el tercero).
– FRANCISCO JOSÉ ESPADA: silencio tras aviso y silencio tras aviso.
– ÁLVARO LORENZO: oreja tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso.
– DIEGO GARCÍA (que confirma alternativa): silencio y silencio tras aviso.


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