EMILIO DE JUSTO TOREA EN VALLADOLID CON LA MENTE PUESTA EN MADRID 

Alberto García formó una terna interesantísima para la corrida de San Pedro Regalado en Valladolid. Morante, Emilio de Justo y Juan Ortega la conformaban.

Pero fue un petardo de Morante… y de Cuvillo. Desde que se fue de la ganadería Álvaro Núñez para emprender su propia aventura en solitario la ganadería cada año va a peor. No obstante, hubo un lote con opciones, el de Emilio de Justo, pero el de Torrejoncillo no los terminó de cuajar, sin ceñirse nunca, tal vez pensando en su compromiso de hoy en Madrid con los toros de La Quinta. 

El segundo de la tarde fue el que más movilidad tuvo de la tarde, pero a Emilio de Justo le costó trabajo reducir la embestida. Lo logró al natural, mucho más templado que con la diestra. En lo que no falla es en excelentes pases de pecho. Larguísimos y a la hombrera contraria. A pesar de la estocada traserísima se le otorgaron dos orejas de poco peso. El público estaba muy con Emilio tras su encerrona en septiembre con los victorinos

Sin embargo, parte de ese público se empezó a cansar de la manifiesta falta de ajuste del torero en el quinto, por lo que arreciaron algunas protestas. El toro tenía más que torear. El bajonazo tuvo efecto fulminante y le dieron otra orejita. 

Morante tuvo que esperar un largo tiempo hasta que saliese el primero, seguramente, esperando a que entrase toda la gente, ya que esta plaza tiene muy malos accesos. Lo saludó con varias verónicas con empaque, pero enganchadas. Con la muleta dejó un natural al ralentí y otro enfrontilado a pies juntos de nota. Tampoco faltó su inspirado molinete, pero la faena nunca rompió por la poquita fuerza y la sosería del cuvillo

Tras el picotazo que cobró por puyazo el cuarto ya se vio que el anovillado toro no le había gustado a José Antonio. El de La Puebla le dio varios mantazos que no sabíamos a cuento de qué venían. Sin embargo, nos hizo albergar esperanzas tras un torero inicio de faena, con un gran trincherilla… en la que el toro perdió las manos. Ahí a Morante se le cruzaron definitivamente los cables, lo macheteó y lo mató saliéndose descaradamente de la suerte. Bronca tremenda. Después, tendría que salir escoltado por la policía de la plaza.  

Juan Ortega no tuvo opciones, pero, al menos, mostró otra disposición bien diferente. Siempre en torero. Dejó buenas verónicas y buenos delantales con el capote, pero poco más pudo hacer con su lote, más allá de un gran inicio por bajo al tercero, pero que no era lo que demandaba el toro, que se sintió muy podido y bajó la persiana. 

Plaza de toros de Valladolid (casi lleno). Toros de Núñez del Cuvillo (anovillados y de poca clase y bravura; destacó el segundo el toro y se dejó el quinto). 

  • Morante de La Puebla (de verde hoja y oro): ovación y bronca.  
  • Emilio de Justo (de catafalco y oro): dos orejas y oreja. 
  • Juan Ortega (de frambuesa y oro): silencio en ambos. 

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