Víctor Hernández volvió a pisar los terrenos que queman para torear al natural con enorme pureza, como en San Isidro. Le costó un dramático percance del que quedó conmocionado.
Borja Jiménez le puso ganas a una tarde condicionada por la tormenta, que dejó el piso en mal estado. Urdiales ni está, ni se le espera.
Los toros de Domingo Hernández estuvieron muy mal presentados y parecían de rejones. Pasó el jueves en Toledo y hoy también en Torrejón de Ardoz, donde el afeitado está ya incluso normalizado.

Fue terminar el paseíllo, saltar al ruedo el primero de la tarde y empezar el diluvio. Diego Urdiales poco pudo hacer con las circunstancias tan adversas, aunque él hace tiempo que anda en mal momento. Tan solo nos dejó unas buenas verónicas a ese toro, pues con el cuarto nunca se acopló, si bien es cierto que no era fácil hacerlo, ya que el toro perdía las manos con facilidad, fruto de un puyazo muy bajo.

Borja Jiménez anduvo muy voluntarioso toda la tarde. A su primero lo recibió con una larga cambiada y un farol de rodillas en los que el toro salió suelto. Consiguió fijarlo cuando se estiró a la verónica.
Con la muleta fue todo querer, aunque el trasteo nunca terminó de romper. Además, recetó un pinchazo caído antes de la estocada.

Al feo quinto trató de pararlo sentado en el estribo, pero el toro no quería pelea y salía suelta. Un manso.
Sin embargo, Borja Jiménez ve toro por todos los sitios y lo supo retener dejándosela siempre muy puesta en la cara, aunque abusando del pico y pasándoselo lejos. Gustaron en el festivo público los circulares finales y el cambiado por la espalda y cortó una oreja.

Víctor Hernández estuvo en aspirante a figura. También recibió a su primero con una larga cambiada de rodillas en el tercio. Realizó el quite por saltilleras rematadas con una brionesa y empezó la faena de hinojos en los medios sacándose el toro por la espalda con gran valor. Hubo muchos alardes de calor (como un arrimón final que, para mi gusto, sobró), pero también toreo fundamental por ambos pitones, sin perder nunca pasos. Todo en una baldosa con el de Domingo Hernández pasando a centímetros. Estuvo bien el presidente no concediendo la segunda oreja, que se pidió por ese arrimón del epílogo.

Durante la faena al último saltó hasta en dos ocasiones un gato al ruedo. La gente andaba más pendiente del gato que de los naturales de Víctor Hernández y no se enteraron de la dimensión de estos. Con muchísima exposición, de ahí el percance que le dejó inconsciente tras una muy fea voltereta. Mató al toro Diego Urdiales.

Plaza de toros de Torrejón de Ardoz (tres cuartos de plaza). Toros de Domingo Hernández, de lamentable presencia con pitones de dudosísima integridad.
– Diego Urdiales (de rioja y azabache): silencio en ambos.
– Borja Jiménez (de buganvilla y oro): ovación y oreja con petición de la segunda.
– Víctor Hernández (de azul grafito y oro): oreja con petición de la segunda y herido.


Deja un comentario