Pepe Moral y Colombo triunfaron en Lumbrales (aunque no salieron a hombros, al igual que ayer Jarocho), de dos formas distintas. Colombo en su estilo, bullanguero, mientras que Pepe Moral realizó un toreo de mayor calidad, aunque el venezolano se llevó más trofeos, ya que dio más espectáculo y mató mucho mejor.

Pepe Moral recibió al primero con un buen ramillete de verónicas y la media.
Con la muleta toreó con temple y suavidad por ambos pitones, pulseando las embestidas del de Miranda de Pericalvo sin dejarse tocar las telas. Cuando parecía que el novillo se podía rajar le cambió los terrenos con acierto. Terminó en los terrenos de cercanías toreando en ochos. Los pinchazos le privaron de tocar pelo.

El tercero fue un novillo más cuajado, con más caja. A pesar de la mala lidia que se le dio, con numerosos capotazos para colocar las banderillas, el novillo tuvo mucha duración, aguantando la faena de largometraje de Moral. Por ello, se le premió con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Para tratar de conectar con los festivos tendidos de Lumbrales, el sevillano empezó su faena de rodillas con pases por alto. De nuevo toreó con suavidad, aunque se pasó algo de faena. En esta ocasión mató de una estocada caída al primer intento y asomaron en el palco los dos pañuelos blancos del tirón, además del azul para el animal.

Jesús Enrique Colombo es un torero ya habitual en esta plaza, donde hace las delicias de las peñas con su toreo populista. A su primer novillo lo saludó con verónicas a pies juntos antes de realizar un quite por navarras rematando con una serpentina.
En un principio no tomó los garapullos para banderillear (debido a la lesión de hombro que arrastra), mas a instancias del público, accedió a ponerlas, levantando una gran ovación. Para no resentirse de su hombro izquierdo puso los dos pares al violín, alternando con uno de sus subalternos que puso el otro par con gran acierto.
Colombo manejó la escena en todo momento, con gestos de cara a la galería y pidiendo él mismo la música. Sin embargo, faltó lo importante: torear. Realmente, toreo fundamental apenas hubo, todo fue accesorio, influido tanto por los gustos del público como por la condición del novillo, que tenía poca fuerza y era muy parado. Puesto que le costaba pasar, tiró de desplantes, uno de ellos arrojando la muleta, algo que aquí gusta mucho. Terminó por manoletinas de perfil. Le dieron las dos orejas y el rabo previo estoconazo. En esto el venelozano sí que destaca. Es un gran matador y hoy lo demostró, matando en todo lo alto. El de Miranda de Pericalvo cayó rodado, lo que sin duda fue decisivo para la concesión de los máximos trofeos.

Tras la merienda salió el cuarto, el único negro. Lo recibió Colombo a la verónica y quitó por chicuelinas. De nuevo puso los dos pares al violín para usar únicamente el brazo derecho. Brindó al público y, en esta ocasión, toreó más que con el novillo anterior, aunque abusó en exceso de los martinetes y molinetes. De hecho, la última serie fue entera de molinetes, el martinete y el de pecho. La estocada fue de nuevo fulminante, aunque esta algo trasera en colocación. Cortó dos orejas.

Plaza de toros de Lumbrales (más de tres cuartos de plaza). Novillos de Miranda de Pericalvo. Destacó el tercero, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
– Pepe Moral: silencio y dos orejas.
– Colombo: dos orejas y rabo y dos orejas.

