Juan Ortega estuvo sensacional con el capote en el primero de su lote y dejó pasajes inspirados con ambos toros con la muleta.

Cortó dos generosas orejas en la goyesca de Aranjuez, al igual que Pablo Aguado, que brilló más en los remates que en el toreo fundamental. Morante nos dejó un extraordinario natural con el único toro que valió: el primero. La tarde comenzaba bien, pero se vino abajo rapidísimo. Sin embargo, fue muy lenta. Estaba anunciada para las seis y media, pero tuvo que empezar con más de un cuarto de hora de retraso por la pésima organización en la plaza, con la mitad de las puertas de acceso cerradas y colas que no avanzaban.
Igual de mala fue la organización en los corrales. Fueron varias las ocasiones en las que el torilero abrió la puerta que no era, por lo que la salida de los toros se demoró, especialmente, la del cuarto bis, que salió al ruedo prácticamente a las ocho y media. Dos horas y aún faltaba media corrida, que finalmente terminó a las nueve y media. Tres horas de festejo a pesar de que Morante abrevió con el cuarto.
Se dieron muchas orejas con vueltas al ruedo eternas y se devolvieron dos toros, uno de los cuales (el cuarto) no quiso volver a los corrales. Se probó a ver si entraba a punta de capote como ocurrió con el tercero, mas no lo hizo y tuvieron que salir los mansos. Se nota que aquí no está Flojito. Al mayoral le costó mucho guiar a los cabestros y tuvo que salir Morante a hacer su labor. Finalmente, tras una larga espera, un miembro de la cuadrilla lo apuntilló en el burladero llevándose una gran ovación.

Morante de La Puebla recibió a la verónica al único que fue bravo y tuvo repetición. Como viene pasando últimamente, se le jaleó en exceso todo lo que hizo por parte de sus numerosos palmeros. Las verónicas no fueron malas, pero sí mucho peores que las que dio Juan Ortega en el siguiente. La faena de muleta del de La Puebla tuvo ritmo y cadencia. También verticalidad y empaque. No faltaron sus molinetes con duende, pero lo mejor fue una gran serie de naturales, con uno alargando el viaje hasta el final que fue excelso.

Mató de una media estocada tendidísima. Debió entrar otra vez a matar, pero optó por descabellar y, puesto que acertó a la primera, se le otorgó una orejita.

El presidente tardó demasiado en sacar el verde para devolver al cuarto, pues fue inválido de Juan Manuel Criado que se iba al suelo en cada lance. El sobrero de Ribeiro Telles no tenía nada dentro. Muy agarrado al piso, no se movió. Hizo bien en esta ocasión José Antonio en salir con la espada de matar y abreviar.

El segundo fue sardo al que Juan Ortega recibió a la verónica, primero genuflexo y, después, vertical. Parando los relojes. Juan Ortega detiene el tiempo. El remate, una especie de cordobina enroscándose el capote, fue muy artístico.
De nuevo, brillante en el quite por gaoneras con la pierna adelantada.

Cargó mucho la suerte y remató con una improvisada larga.
Empezó sentado en el estribo. Muy torero, pero el toro se paró definitivamente y aún era el comienzo de la faena, por lo que esta bajó inevitablemente.

Solo volvió a subir el tono en el epílogo, rodilla en tierra y pasándose el toro de adelante a atrás y viceversa en las cercanías. Muy inspirado el trianero. La espada se llevó el premio y saludó una ovación.

Con el anovillado quinto no pudo brillar con el capote, pero sí en el mágico inicio de faena intercalando molinetes con pases de la firma también girando. Después de la sima de Bilbao, parece que Ortega ha vuelto por sus fueros. Quizás, era lo que necesitaba para no estar tan acomodado. Ahora está volviendo a torear con imaginación y con la misma clase, pureza y temple que siempre ha tenido. Hubo grandes muletazos en el quinto que quedaron deslucidos por un inoportuno desarme. El abaniqueo del final de faena lo bordó.

Pablo Aguado estuvo a punto de ser cogido cuando recibió a la verónica al tercero, que se devolvió. Tal vez, se lesionó en una fea caída de costado.
Al bobalicón sobrero de Núñez del Cuvillo, atacado de kilos y cornicorto, lo toreó con despaciosidad a la verónica. Excelente inicio por bajo, rodilla en tierra. Lo toreó con suavidad con la muleta por ambos pitones. Siempre muy natural, aunque faltó toro. Cortó una oreja.

Al feo sexto lo toreó (ya de noche) de nuevo con temple, pero brilló más en los remates que en el toreo fundamental. Por ejemplo, hubo una monumental trincherilla, pero suele abusar del pico en los derechazos. Por eso, su toreo gana enteros al natural. Cortó otras dos orejas que son el reflejo de lo fácil que se otorgan en esta plaza.
Plaza de toros de Aranjuez (tres cuartos de plaza). Corrida goyesca. Toros de Juan Manuel Criado: se devolvieron al tercero y al cuarto (inválido). Mal presentados y sin fuerza ni casta, al igual que los sobreros de Núñez del Cuvillo y Ribeiro Telles.
– Morante de La Puebla: oreja y silencio.
– Juan Ortega: ovación y dos orejas.
– Pablo Aguado: oreja y dos orejas.


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