UN BRAVO VICTORINO Y UN BRAVO ROMÁN

Victorino lidió en Madrid una corrida desigual de presentación y muy floja de fuerzas para lo que debe salir en esta ganadería. Un toro, incluso, rajado. Sin embargo, «Esquinero» fue un toro con mucha casta, bravura y raza, que salvó la honra de la casa. Se encontró a un torero con más raza aún: Román. El valenciano entiende como pocos toreros esta plaza (se nota que es un espectador habitual). Cortó un orejón de ley. David Galván cayó herido con el complicado primero.


Se llevó una ovación el victorino que abrió plaza, que cantó su poco recorrido desde que David Galván se abrió de capa. Tenía mucha humillación, eso sí. Un toro muy en victorino, tanto por hechuras como por juego. David Galván lo brindó al público y quiso apostar con él, pero el cárdeno reponía demasiado rápido, haciendo hilo. Se barruntaba la cogida y esta llegó, siendo el gaditano prendido por la pierna primero y, después, por la espalda de muy mala manera. Afortunadamente, fue por la chaquetilla, pero cayó fatal y quedó inconsciente. No tiene cornada (sí un puntazo), pero sí un traumatismo craneoencefálico.
Mató al toro Román.



El primero del lote de Román, «Esquinero«, fue un toro de preciosas hechuras. Se lo brindó a Enrique Ponce.

Fue un toro con muchísima transmisión por las virtudes que aglutinaba, especialmente, en el último tercio, en el cual se definió: fue bravo, encastado, con poder y prontitud, codicioso… Un toro que desbordaría a la gran mayoría del escalafón. A Román no, porque este torero tiene un enorme valor y entiende este encaste a la perfección: ya lo vimos, por ejemplo, aquella tarde con los adolfos en la que compartió cartel con Roca Rey. En esta corrida ha estado aún mejor. Dejó el listón bien alto con la corrida de Fuente Ymbro en San Isidro y hoy lo ha elevado aún más. Seguramente, su mejor faena en Madrid (la más emocionante seguro). Román dejó la muleta siempre puesta para que el victorino repitiese una y otra vez. Muy firme a pesar de las coladas. Citó con suavidad, siempre con los vuelos, antes del toma y daca de cada serie, cada cual iba siendo mejor que la anterior, hasta que se fue a por la espada en el momento justo, cuando puso al público en pie. Muy inteligente. Todavía dejó un final por bajo para acabar de someter al de la A coronada y que, además, en Madrid encanta. La espada desprendida tuvo un efecto fulminante y cortó una oreja unánime, de muchísimo peso. Para haber cortado las dos le faltó más toreo al natural (solo hubo una serie y no tuvo la calidad de las de derechazos), pero es que ponerse a torear al natural a este toro era algo francamente difícil.


El segundo del lote de Román también tenía muy buenas hechuras. Claramente, se llevó el lote (extraño que enlotasen a estos dos toros juntos). Hizo una buena pelea en varas, aunque salió suelto tras el segundo puyazo. No obstante, este toro, aunque mejor que otros del conjunto, no le brindó la oportunidad de salir a hombros. Todo lo tuvo que poner el diestro, que dio una gran imagen, aunque tuvo un borrón final al hacer guardia su estocada. A Román le deberían dar tres tardes en San Isidro (pero se las darán a Talavante…).


Ginés Marín se quedó con la lidia y muerte de tres toros. Tres toros imposibles para triunfar con ellos. El primero de estos por no tener nada de fuerza, ni casta. Una babosa de victorino impropia de su ganadería. Parecía un toro mexicano. No se debe confiar Victorino con la selección en búsqueda de la calidad, porque puede derivar en esto. Lo recibió Ginés Marín de manera extraordinaria a la verónica con la media como remate. Es un torero muy completo, pero ya hace tiempo que necesita dar otro golpe encima de la mesa, ya que ya ha pasado mucho tiempo de su último gran triunfo. Excelso Iván García con las banderillas.
Con la muleta el toro le tocó las telas en casi todos los derechazos. Se acopló mucho mejor al natural, toreando muy despacio, pero no porque ralentizara las embestidas, sino por el que era el ritmo del toro, que más que embestir pasaba por ahí.


El cuarto (que le habría correspondido a Galván) tampoco hizo honor al hierro que llevaba. Fue un manso que buscó las tablas una y otra vez durante la faena de Ginés, especialmente, cuando el muletazo se vaciaba en esta dirección. Destacó un gran par de Juan Carlos Rey, con mucha exposición.

Y el sexto, un toro feo y más que justo de presentación para Madrid, tampoco tuvo nada de fuerza. Un victorino rozando el pañuelo verde. Se dio un gran golpe de salida contra un burladero del que pudo salir lesionado, pero no fue el caso, ya que no se evidenció lesión alguna, sino una alarmante falta de fuerzas, tónica general de la corrida, que perdió las manos en numerosas ocasiones. Ginés Marín, con la montera calada, trató de justificarse en vano. Alargó demasiado el trasteo y lo único que pudo llevarse fue un susto, ya que el victorino se le coló en un par de ocasiones.

Plaza de toros de Las Ventas (22.447 espectadores). Toros de Victorino Martín, correctos de presentación, aunque desiguales. Con una preocupante falta de fuerzas y bravura en esta ganadería. Destacó «Esquinero«, un gran toro, muy encastado, ovacionado en el arrastre. Muy complicado el primero, que hacía hilo y se quedaba debajo. El resto, muy por debajo de lo que se espera de Victorino.

David Galván (de tabaco y oro): herido.
Román (de azul pavo y oro): silencio en el que estoqueó por Galván, oreja y ovación tras aviso.
Ginés Marín (de lila y azabache): palmas, silencio tras aviso y silencio.

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